A la una voyme a
dormir.
Oigo su respirar y
algún ronquido suelto y pienso:
qué lindo es el
convivir
y sentirse acurrucada
junto a ti.
Cayéndome estoy en el
profundo sopor
cuando, poco a poco,
cual motor,
el sonido de tu aliento
se tranforma en
ronquido inquieto.
Gírome en la parte de
mi cama.
Son las dos,
Y tus ronquidos
comienzan a parecer
El Bolero de Ravel.
Poco a poco coge marcha
y sube el tono,
y a las tres, mis
orejas aplauden libremente
balanceadas por tu
ronquido estridente.
Gírome en la cama sin cuidado
Una, dos y tres veces…
Pero ni con esas
convulsiones te has inmutado.
¡Desespero!: ¡dormir no
puedo!
Lo que al principio
dulce compañía sentía
se ha convertido, de mi
sueño, en agonía.
¡El Bolero va en
aumento! ...
No puedo más.
No puedo más.
A las cinco,
de la cama salto de un
brinco.
Con la bata arropada
trinco la almohada
y al sofá avanzo.
¡Falta calor! ¡Falta
sonido!
Me siento como fuera
del nido
y el sueño he perdido.
A las cinco y veinte…
¡Qué sonido tan
estridente!
¡Son las seis ... ¡y a las
siete me levanto!
¡Señor, qué espanto!
Al final… con un Bolero
bien sentido,
a las seis y media, en
vez de dormir,
estos ripios me han
salido.
Olvido
29 Abril 2012