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miércoles, 24 de enero de 2018

La otra Utopía I

PARTE I

¡¡¡DÓNDE ESTOY!!!

No sé cómo llegué .
Desconcertado como estaba, caminé varias manzanas de casas. Y al principio, o final según se mire, del bulevar había una torre, de planta cuadrada, de unos diez metros de altura, toda de cristal opaco. En la puerta de la entrada un icono indicaba que era el mirador, de la ciudad.

     Me angustié un poco porque tengo claustrofobia, pero era la mejor forma de hacerme a la idea de en dónde me encontraba. Pensé que habría que subir en ascensor: eran demasiados metros para subir por escaleras. Aún así empujé la puerta de cristal y entré.

Me llevé una gran sorpresa cuando vi que había ascensor y escaleras mecánicas. Nada más poner el pié en el primer peldaño las escaleras se activaron. Se veía un paisaje agradable. Todo verde, salpicado de rojizos tejados, macizos de flores, fuentes.

Las escaleras acababan en una amplia terraza semicubierta desde la que se divisaba gran parte de la ciudad y otras torres similares como en la que yo me encontraba. Eran  estas las únicas construcciones que sobresalían en el paisaje urbano.

    Casas bajas, plantas, árboles, farolas, fuentes de agua potable y ornamentales, grandes superficies de cultivos, algunos edificios amplios que podrían ser públicos, bancos para sentarse, autobuses y bicicletas. ¡¡¡Ni un automóvil particular!!!

       Eso divisé desde la torre. Pero nada significativo para ubicarme.

         Paseando, mientras disfrutaba de tan agradable ciudad, sentí hambre y busqué un restaurante o un bar para picar algo. Me resultó difícil porque no abundaban.

Encontré una casa de comidas. Olía de maravilla. Pasé y me saludaron  con palabras que no entendí, pero que imaginé un “buenos días”. 

Ante la imposibilidad de decirle al camarero claramente qué quería, puesto que tampoco entendía la carta, se sonrió y me ofreció un pequeño auricular, y él, a su vez, se puso otro.

¡¡Milagros de la ciencia!! Nos entendíamos ambos perfectamente. No entendía lo que hablaban las demás personas del bar porque ellos no llevaban auricular, pero con el camarero no tuve ningún problema. 

Me explicó en qué consistía cada plato que yo le preguntaba.

Para simplificar un poco le dije qué me apetecería tomar: 

- .Me comería un pincho de tortilla de patata con pan y un café con leche.

Entró en la cocina y me sacó lo que le pedí.
Se quedó conmigo, apoyado en el mostrador y mirándome con interés.

     -  ¿De dónde eres?

   -   De Madrid, aunque actualmente no vivo allí.

     -   ¿Madrid?... A ver…


Cogió una tablet que tenía a su lado y debió de consultar dónde estaba esa ciudad.


     -  Ah!! Un poco lejos de tu casa estás. Eso es en Gea.

    -   No, está en España. En el centro  del país. Aunque ahora vivo en Sevilla, también de España.

    -   Bueno, da igual. Aquí somos bastante cosmopolitas.

  - ¿Qué ciudad es esta? Estoy bastante perdido. Esta mañana salí de casa, me puse a conducir y, la verdad, estoy un poco asustado porque no sé qué me ha pasado.  De repente me encuentro en un lugar extraño para mí. País extranjero ha de ser porque no entiendo el idioma. No sé que ha sucedido. Es como si hubiese despertado sin haberme dado cuenta de que estaba dormido, ni de cuando me dormí.

    - Jajajajajajajaja…. -se rió el hombre- ¡¡¡En un país extranjero!!! ¡¡Si sólo fuese eso…!!

El hombre me miró con cara benevolente y comprensiva y me dijo:

    - No te asustes. Esto es cosa de los  gobiernos y sus máquinas transportadoras. Tal vez quieran que veas nuestra forma de vida, nada más.

      - ¡¡Poco me tranquilizan tus palabras!!
😧 ¿Dónde estoy? ¿Qué país es este? ¿Estoy en Europa al menos?

    - Jajajajajajajaja….¡¡¡UN POCO MÁS LEJOS!!! Pero tranquilo porque no nos comemos a nadie. Aunque en tu mundo penséis que sí.

      - ¿En… mi mundo?... … ¡¡Me asustas!!

      - Sí, en tu mundo, tu planeta, la Tierra, Gea

Si en ese momento me hubiesen pinchado no habrían encontrado más que hielo


   - Perdón: ¿Me estás tomando el pelo? No creía que tuvieseis el mal gusto de cachondearos de los "turistas forzosos"…Me parece "fa - tal" que utilices la conversación sincera para burlarte de mí.
😕

     - Disculpa, buen hombre. No me estoy riendo de ti aunque, sinceramente, me resulta curiosa la situación, por desgracia, bastante habitual últimamente. No eres el único en tu misma situación. La población nos hemos quejado de estas prácticas, pero nos han dicho que es por el bien de vuestra civilización, de vuestro planeta y de vuestro sistema solar…

    - ¡¡¡¡PARA, PARA, PARA!!!! Esto ya me parece una puta broma demasiado pesada; y perdona la expresión que tal vez no conozcáis  en tu puto planeta.


El hombre volvió a poner ese gesto de amable comprensión.


    - Comprendo tu enfado. No tengo la culpa de lo que te pasa, pero te voy a ayudar a comprender esta realidad que te parece tan onírica e irracional.

     - ¿Y cómo piensas explicarte? ¿Cómo podré quitarme este desasosiego que llevo dentro? Estoy que me subo por las paredes. Como puedes comprender, esto no me sucede todos los días. ¿No será un sueño? Espera que me pellizco… ¡¡¡qué absurdo!!! Eso no sirve para nada, si es un sueño tampoco me voy a despertar aunque lo haga.  

    -  Bien. Tranquilo. Tómate estas hierbas relajantes, parecidas a la Valeriana de tu planeta, cuando acabes tu almuerzo. Verás cómo te tranquilizas orgánicamente. Después de  que acabes te mostraré nuestra civilización. Es similar a la vuestra y a la vez muy distinta.



Le hice caso. Me ofrecía confianza su mirada serena y bondadosa. 








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