El tiempo pasado no vuelve. Tengo prisa.
Como cigarra cantora contemplé la vida ajena.
¿De qué sirvió aprender mirando?
Ahora tengo sed.
Quiero beber los últimos sorbos que me quedan apasionadamente y sin desperdiciar una sola gota. Lamer lo que queda en las paredes de la copa para no dejar nada.
Quiero vivir mi tiempo sin dejarlo pasar, correr, volar….
¿Habré aprendido algo en el tiempo pasado?
¿Cuánto me queda?: menos que antes.
Pero he de elegir bien con quién quiero compartir mi tiempo en este último tren.
Sin despreciar a nadie, no puedo aislarme.
Sin despreciar a nadie, no puedo aislarme.
De este mundo sólo me llevaré lo que pueda aprender y lo que mi corazón ame sin egoísmo, sin posesión.
No nos engañemos…, no hay más leña que la que arde, pero ha de arder y dar luz y calor abundantes. No se puede vivir en la oscuridad y ateridos de frío.
No se puede vivir lamentando el resto de los días lo que no se ha hecho con anterioridad y sin poner los medios para evitar caer en los mismos errores.
No hay marcha atrás en el tiempo.
No se puede recuperar el que se ha dejado perder.
El nunca es tarde no es cierto, sólo es el deseo de dar marcha atrás lo que impulsa a saltar al vacío que antes asustaba o daba pereza zambullirse en él.
El nunca es tarde no es cierto, sólo es el deseo de dar marcha atrás lo que impulsa a saltar al vacío que antes asustaba o daba pereza zambullirse en él.
No, no nos engañemos… ¡no hay más leña que la que arde!
Están “las habas contadas” y… no hay más.
Sólo queda saborear bien las que quedan antes de tragarlas.
Olvido
28 Octubre 2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario